Este año la vuelta ciclista a España partirá de Francia. Sus tres primeras etapas pasarán por Nimes, Gruissan y Prades, tres ciudades galas llenas de encanto, secretos y diversos atractivos por descubrir.
Texto: Hernando Reyes Isaza
Este año será el tercero en la historia en que La Vuelta parte desde el extranjero, y lo hará desde Francia, en concreto desde Nimes, ciudad conocida como “La Pequeña Roma”, el día 19 de agosto.
La 72ª edición de La Vuelta verá su pistoletazo de partida desde el mismo centro de la villa y será una contrarreloj por equipos que rodará 13,8 kilómetros en un discurrir, que sumará al glorioso palmarés de esta ciudad, un nuevo espectáculo que recorrerá el corazón de sus históricos edificios. Aunque Nimes ha recibido al Tour de Francia en 17 oportunidades, esta será la primera vez que hará de anfitriona de la carrera ciclística española.
La segunda etapa se disputará el día 20 de agosto entre Nimes y Gruissan, un recorrido llano de 201 km, que como es habitual en Francia, contará con diversas rotondas e isletas centrales, que obligarán al pelotón a ir enfilado, y sobre todo, a tener cuidado con el viento y los abanicos en el tramo de costa. Esta será la última meta en territorio galo, en la región sureña de Aude, parada casi obligatoria de cada edición del Tour de Francia.
Será desde Prades, a los pies de los Pirineos y con el Canigó -la montaña sagrada de los catalanes- sosteniendo en la distancia su costado sur, desde donde partirá la última etapa en suelo francés que a lo largo de 158,5 km de montaña encontrará su meta en Andorra La Vella.
Nimes, candidata a Patrimonio Mundial
Desde la época del Imperio Romano, Nimes atesora invaluables vestigios que la avalan con soltura como firme candidata a ciudad Patrimonio de la Humanidad ante la Unesco: el anfiteatro romano llamado comúnmente “Las Arenas”, y el mejor conservado del mundo; La Maison Carrée, el único templo de la antigüedad conservado en su totalidad; el Templo de Diana cuyo romanticismo es tan fascinante como su enigmática función; la Torre Magna la más alta y prestigiosa del recinto romano; o los Jardins de la Fontaine, unos de los primeros jardines públicos de Europa decorados con estatuas y jarrones de piedra de Lens.
Las Arenas
El máximo emblema de la antigüedad es el circo romano, el monumento que más ha contribuido a la reputación de la ciudad como la “Roma francesa”, y que en la actualidad hace las veces de coso taurino y escenario de diferentes actividades culturales que van desde cine al aire libre y conciertos, hasta actuaciones teatrales.
Con más de 2000 años de historia el anfiteatro tenía un aforo de 25.000 personas que disfrutaban de las luchas de gladiadores y las peleas de fieras. Sirvió de refugio para la población a lo largo de diferentes invasiones y llegó incluso a convertirse en una villa fortificada con viviendas e iglesias en su interior conocida como castrum arenae.
Cada año durante el mes de abril es el centro de un grandioso espectáculo: “Los Grandes Juegos Romanos”, una especie de festival conmemorativo de las costumbres y tradiciones del extinto Imperio al que acude gente proveniente de todo Europa y que consigue cada vez mayor fama y cantidad de visitantes.
Durante la celebración de las fiestas de Pentecostés es el epicentro de las corridas de toros; y es que no en vano, la más romana de las francesas, posee un ADN de esencia cultural que la hermana con España en diversas vertientes; posee una arraigada tradición taurina y flamenca y sus calles están sembradas de bares y restaurantes en los que no faltan las tapas y el buen vino; y a partir de 2017 los nexos deportivos se aunarán, gracias a La Vuelta, a la lista de denominadores comunes que compartimos.
En la misma plaza que precede al anfiteatro se encuentra una escultura de un querido torero de la ciudad llamado Christian Montcouquiol, conocido como “Nimeño II”, probablemente el diestro más famoso de todos los franceses, quien nunca logró recuperarse ni física ni psicológicamente de una cogida sufrida en 1989 en Arles por parte de un Miura de nombre Pañolero de 549 kilos. Acabaría suicidándose en su casa de campo de Caveirac.
La Maison Carrée
Este templo consagrado al culto imperial está rodeado por 30 columnas de estilo corintio y fue construido en honor a los nietos del Emperador Augusto. En 1992 su techumbre fue repuesta en su totalidad por una fiel reproducción de la original, y desde el año 2006 hasta el 2010 se llevó a cabo una restauración absoluta del mismo que le ha devuelto la pomposidad de otros tiempos; para gloria de la ciudad, es el mejor conservado de toda Europa. Lo que llama la atención es que su forma sea rectangular y no cuadrada como lo indica su nombre en francés “carrée”, pero al parecer en épocas romanas estaba ubicado en la plaza pública que era cuadrada y se encontraba porticada.
La Maison Carrée será la lanzadera para la salida de los equipos en la contrarreloj de la primera etapa de La Vuelta.
Los jardines y el templo enigmático
Una tribu celta conocida como los Volcos arecómicos o longostaletas fue la primera en asentarse sobre este suelo, y lo hizo en torno a una fuente a la que no solamente diviniza, sino a la que le consagra un santuario, sobre el que, cientos de años después, en el siglo XVIII, se construyeron Los Jardines de la Fuente, unos de los primeros jardines públicos del viejo continente, y celebrados por George Sand y Jean Jacques Rousseau.
Desde el centro de la ciudad el acceso a pie es muy fácil, pues adentrándose por el Boulevard Vícto Hugo, se llega a una avenida con un canal de agua, el Quai La Fontaine, que conduce directo a la entrada principal de los jardines; una vez allí dará comienzo un paseo entre estatuas de mármol y jarrones de piedra rodeados de un paisajismo en el que dominan las especies mediterráneas como los pinos, cipreses y laureles; aquí el agua es omnipresente, discurre por canales y estanques y fluye como una cortina sobre una cueva. Pasear por ellos es todo un gusto y una cita obligada para quien visita esta villa a la que los romanos denominaron “Nemausus”.
Es aquí donde se encuentran las ruinas del llamado Templo de Diana, un lugar tan mágico como enigmático, pues, aunque su levantamiento se inspiró en el templo de Apolo en Roma y se le ha dado el nombre de la diosa de la caza y protectora de la naturaleza, nadie sabe realmente cuál fue a ciencia cierta su finalidad. Sobre él se ha hablado mucho y no solo como templo, sino también como posible biblioteca o incluso hasta ha sido tildado de burdel…
La Torre Magna
La más alta torre de la que fuera la ciudad romana fue un regalo de Augusto a la colonia de Nimes, para algunos, se trata de un homenaje al faro de Alejandría, pero lo cierto es que se trataba del principal edificio del recinto agustino, que con sus 33 metros de altura –la última planta ya no existe-, es accesible por una escalera interior.
Inserta en lo que en su momento fueron las murallas de la ciudad, se trata de una construcción romana hecha a partir de una torre ya preexistente de tipo celta.
El cocodrilo de Nimes
No hay rincón de la ciudad por donde no aparezca la iconografía de un cocodrilo atado a una palmera. Está en el escudo de armas de la ciudad, en las fuentes, en el escudo del equipo de fútbol, y corona la cabeza de los bolardos de cualquier calle. ¿Y qué pinta un cocodrilo del Nilo en medio de una ciudad Mediterránea?
Los guerreros volcos, los celtas de los que hablábamos antes, se unieron a las tropas de Octavio en su lucha para derrocar en Egipto a Marco Antonio y Cleopatra, misión que los llevó al triunfo y en cuya conmemoración acuñaron una moneda en Nimes con un cocodrilo atado a una palmera que simbolizaría para siempre la victoria sobre el punto más oriental del Imperio: Egipto.
El diseño actual es un re-make que se encargó en 1986 al archifamoso diseñador Philippe Starck, y del que los nimeños están más que orgullosos.
Dialogando con los siglos
Si la fusión entre celtas y romanos iba dando el esplendor a Nimes, su clima (registra las temperaturas más altas del Mediterráneo francés) le ayuda a definir con mejor acento ese perfil sureño con el que, a diferencia de otras ciudades similares, supo siempre aprovechar el poder de la mejor manera y elegir lo más beneficioso. Su marcado carácter mercantil la llevó a convertirse en uno de los más importantes centros textiles del sur de Europa; en ella nació la tela con la que Levi Straus confeccionara los jeans, llamada Denim (de Nimes, pronunciado en francés); de hecho, a través de la Oficina de Turismo, es posible concertar un recorrido por varias de las casas patrimoniales del casco antiguo de la ciudad que fueron símbolo de aquella época emergente.
Nimes sigue manteniendo un diálogo con la arquitectura de una manera más que fascinante, mirando urbanísticamente al futuro, y aferrándose a la preponderancia patrimonial que la caracteriza. Muestra de ello son las ingentes obras de arquitectura de autor que aparecen por sus calles sorprendiendo en unos casos y acallando críticas en otros. Jean Nouvel da vida a “Nemausus”, un complejo de viviendas sociales del futuro; Philippe Starck idea una parada de autobús, y como ya hemos comentado, rediseña el escudo de la ciudad; Les Halles ha sido renovado por François Fontès junto con Jean Jaurès; este último también ha retocado La Allées, el paseo peatonal donde el agua también es el protagonista. Y la guinda del pastel se la lleva el británico Norman Foster con su obra para La Carrée d’Art o Museo de Arte Contemporáneo. Con su fachada de cristal, es socio del Centro Pompidou y el Palais de Tokyo, y desde la terraza de su restaurante en la última planta se coteja una espectacular panorámica de los tejados rojos de la antigua ciudad romana.
Y la lista sigue… Martial Raysse reestructura la plaza de Assas; Silvio y Vito Tongiani se encargaron de la fuente de la Plaza de Mercado; y el nuevo museo de la ciudad, aún en construcción, el Musée de la Romanité (de la romanidad) ha sido confiado a Elizabeth y Christian de Portzamparc.
Un gastro paseo
En concordancia con la época medieval varias calles se entrecruzan en un armonioso paseo por el centro donde la “Plaza del Reloj” es la espina dorsal. Tiendas, locales de productos de la región o algunos de textiles amenizan un paseo en el que no puede faltar la visita al mercado cubierto, donde panes rústicos, frutas, embutidos, carnicerías, pescaderías, verduras o las olivas de Lucques o Picholines, típicas de Nimes, son los protagonistas.
Se ha puesto de moda tomar los domingos por la mañana ostras con vino rosado en uno de los puestos; estos vinos del Languedoc Rosellón, procedentes de la misma uva que los tintos, son frescos y sensuales y elaborados con una técnica de maceración diferente.
Otros puestos ofrecen una asombrante variedad de quesos donde la estrella es el pelardón de las Cevennes; muchos de los establecimientos cuentan con barra, y comer en ellos es toda una experiencia que los foodies no pueden pasar por alto.
Gruissan, la niña del Golfo de Lyon
Desde los años 70 esta antigua villa de pescadores se ha convertido en un atractivo destino de veraneo entre los franceses que prefieren un estereotipo más sencillo, y más barato, que las poblaciones de la Costa Azul.
Su casco antiguo circular está lleno de leyendas, siendo la más sonada la de Barbarroja, según la cual el legendario pirata decidió habitar en ella varios años seducido tanto por su belleza como por su estratégica posición. La ciudad circunda la torre que lleva el nombre del pirata, que en realidad es todo lo que queda de un castillo construido en el s. X como fortaleza protectora de las diversas invasiones piratas y bereberes. Aunque Richelieu ordenó desmantelarlo en el S.XVI, sus ruinas están actualmente catalogadas como Monumento Histórico por el Ministerio de Cultura Francés.
Sus calles circulares, su encanto medieval, su puerto y su marina, así como sus atractivas playas de arena blanca hacen de Gruisssan un lugar muy particular en el que, gracias a los vientos que soplan sobre la región, el kite surfing se ha convertido en un popular deporte que poco a poco va internacionalizando el nombre de esta población.
Su célebre mercado al aire libre, que se celebra tres días a la semana, ofrece todo tipo de productos locales, y en él es incluso posible comprar directamente a los pescadores su producto más fresco.
Habiendo sido inicialmente un lugar popular de refugio veraniego para trabajadores de la cercana Narbona durante el mes previo a la vendimia, hoy en día conserva muchas de las atractivas cabañas de madera, con aires, si se me permite, un poco hippy-chic, muchas de los cuales se pueden alquilar para la etapa estival y que la célebre película “Betty Blue” (Jean-Jacques Beineix, 1986) inmortalizara en la gran pantalla.
La mejor manera de tomar contacto con la ciudad, su paseo marítimo, su puerto naútico, su mercado o su centro histórico pueden recorrerse en Segway para disfrute del visitante y sus acompañantes. Otra actividad muy recomendada para ver a Gruissan desde otra perspectiva es hacer un paseo en catamarán desde el que se estará más cerca de los practicantes de kite surfing y se podrá contemplar la inmensa extensión de sus playas.
Esta “niña del Golfo de Lyon” no para de sorprender pues más allá de su tradicional industria de pesca artesanal otro de sus grandes atractivos son sus salinas que cubren una superficie de casi 400 hectáreas entre el continente y la isla de Saint Martin donde la producción ha pasado de 5 toneladas en 1912 a casi las 30.000 actuales de sal en un buen año; esta “flor de sal” compite seriamente con su rival de la Camargan, y su visita es una verdadera explosión de colores que va desde el típico rosa del agua de las salinas en contraste con el fondo azul del mar, el verde de los campos, y el blanco resplandeciente de los montículos de sal acumulados. A pie playa es posible degustar en alguno de sus bares unas deliciosas ostras de la región con un vino D.O. Nosotros recomendamos especialmente el blanco donde la cepa dominante es la Bouboulenc que, combinada con Garnacha, Clairette y Maccabeu, da como resultado unos caldos claros y pálidos con un sutil aroma floral que marida a la perfección con moluscos y mariscos.
Prades y sus encantos pirenaicos
Esta población en el corazón de Conflent, será el punto de partida de la tercera etapa de La Vuelta, que terminará en el principado de Andorra. Este lugar con una vista espectacular a los Pirineos y con la montaña del Canigó ante sus ojos dio cobijo durante muchos años a dos célebres catalanes; el primero Pompeu Fabra que estructuró lingüísticamente la gramática catalana y dio origen a un diccionario aún en uso; y el segundo, el célebre violonchelista, Pablo Casals, quien fundara el Festival de Música que lleva su nombre y que la ciudad vive con entusiasmo cada año.
El mayor tesoro de esta ciudad es la Iglesia de San Pedro del s. XVII cuyo altar cuenta con el mayor retablo barroco de todo Francia, una obra del escultor catalán Joseph Sunyer.
Esta región, resultante tras la división de Cataluña entre los reinos francés y español por el Tratado de los Pirineos, cuenta con uno de los pueblos incluidos en el listado de “Los más bonitos de Francia”, hablamos de Villefranche de Conflent, una encantadora villa medieval envuelta por sus murallas y por el esplendor natural pirenaico.
Dominada por el “Fuerte Liberia”, construido en 1681 por Vauban, el arquitecto militar de Luis XIV, gran experto en este tipo de construcciones, Villafranca, se encajona en un imponente punto donde el valle del río Tet se estrecha abruptamente. En el año 2008 los 12 edificios de corte militar de Vauban, distribuidos por todo Francia, entraron en el listado de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Las vistas desde el fuerte, erigido en el cerro de Belloch, son únicas. Nosotros descendimos los 775 escalones por las escaleras que Napoleón III mandó construir en el s.XIX hasta el Puente románico de Sant Pere, cruzando el llamado camino de Ronda que va por el interior de la muralla y adentrándonos en un pequeño pueblo lleno de encanto con dos vías principales casi paralelas que se llaman la Calle de Sant Joan y La Calle de Sant Jaume.
Muy recomendable es hacer un recorrido por los Pirineos en el llamado “Tren amarillo” que permite contemplar la formidable majestuosidad de este macizo que marca la frontera entre ambos países. Para una tarde que mezcle un viaje en tren con algo de relax, la mejor alternativa es tomar el “Train Jaune” en Villafranca y descender en la estación de Fontpédrouse para dirigirse a la estación termal de Bains de St Thomas cuyas aguas sulfurosas son de reconocidos beneficios para la piel.
Los aficionados al ciclismo, y en particular a La Vuelta, ya no tienen excusas para no disfrutar de una escapada a esta región de Francia tan cercana y tan fascinante a la vez. Las tres ciudades galas anfitrionas de la competencia española tienen mucho que ofrecer, y su región, mucho más aún por descubrir.
Más información:
Oficina de Turismo del Sur de Francia: www.destinationssuddefrance.com
Oficina de Turismo de Nimes: www.ot-nimes.fr
Oficina de Turismo de Gruissan: www.gruissan-mediterranee.com
Oficina de Turismo de Prades: www.prades-tourisme.fr