Crucero fluvial por Holanda y Bélgica

Los cruceros fluviales se han convertido en una de las alternativas preferidas por los cruceristas para sus vacaciones, y en Europa ganan cada año más adeptos. Es innegable que, por su reducido tamaño, la calidad de los servicios y la atención individual por parte del equipo a los viajeros es un plus, además de la inmensa practicidad y gran agilidad en toda la logística requerida.

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ESLOVAQUIA, ese pequeño y desconocido país

Aún por descubrir, la joven Eslovaquia, ofrece todo al visitante. Lo han comprobado muchos jóvenes atraídos por la incesante actividad de Bratislava, su capital. La noche es momento de tomarse una cerveza en cualquiera de las modernas cafeterías, por poco más de un euro. El día hay que dedicarlo a recorrer una ciudad, que sorprende desde el principio al fin. Bratislava es el destino perfecto para una escapada de fin de semana y no sólo para una rápida visita desde las cercanas Viena, Budapest o Praga. Proponemos dedicarle varios días al país para descubrir algunas de sus maravillas y estudiar su historia.

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La fiebre de los cruceros fluviales

En los últimos 10 años el número de cruceristas ha aumentado en un 60% a nivel mundial hasta alcanzar los 25 millones de personas del último año. Aunque estos datos corresponden en su mayoría a cruceros marítimos, los cruceros fluviales están viviendo un auge que aquí te ayudamos a entender.

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Cinco castillos de Eslovaquia

La intensa y un tanto turbulenta historia de Eslovaquia durante siglos, en el corazón de Europa, ha sembrado el país de decenas de castillos, cada uno de los cuales cuenta su propia parte de esa historia. A los más de doscientos existentes, se añaden otros cuatrocientos palacios. Claro que también tiene otros numerosos encantos: parques naturales, cuevas fascinantes, montañas nevadas, ríos caudalosos y un notable patrimonio histórico. Todo ello puede descubrirse si se intenta visitar algunas de sus fortalezas, en las que no faltan fantasmas o vampiros… Tal vez por eso sedujo a ilustres viajeros como Julio Verne o Hans Christian Andersen.

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