Voldenpark es el gran pulmón de Amsterdam: lugar de paseo para muchos, cita con el cine para los adictos al séptimo arte, o esparcimiento y deporte a lo largo de sus 47 hectáreas para casi todos. Un recorrido por sus canales, estanques, y pequeños bosques me ayudó a entender la popularidad de la que goza este gigante verde, que se debe conocer en cualquier visita a la capital holandesa.
La primavera se ha despedido del país de las flores, y el verano, aunque con cierta inestabilidad, ya ha llegado. En este punto de Europa, de repente las temperaturas caen, de repente llueve, o sin esperarlo el calor y el sol te hacen salir a la calle para aprovechar el buen tiempo. Teniendo el Vondelpark tan cerca no pude resistirme a regalarme una soleada tarde en el corazón verde de la ciudad de Ana Frank, de los diamantes; a pasearme por el pulmón natural de la urbe de los coffe-shops y de los escaparates con señoritas expertas en el arte de los placeres del cuerpo.
Muchas veces, o casi siempre cuando estoy en esta ciudad paso por el parque, lo circundo, lo rodeo… Nunca me he perdido en él, jamás le he dejado contarme sus secretos, y tampoco le he dado la oportunidad de seducirme con sus encantos. No sé porque no se lo he permitido –seguro ha sido por falta de tiempo- si los parques me fascinan, los considero parte esencial de la personalidad de cada ciudad; en ellos la naturaleza se manifiesta con belleza reemplazando el asfalto por el césped, las flores, o el agua. A veces son estatuas las que decoran sus paseos y camellones, otras, algunos edificios emblemáticos destacan entre los verdes estivales o los ocres y rojizos del otoño. En ellos, la gente parece gozar de un tercio extra de libertad, disfruta de un espontáneo encuentro con lo natural. Son escondite de muchos enamorados, inspiración para los artistas, sosiego para el solitario.
Voldenpark es un punto de encuentro entre senderos trazados con esmero, es una cita ineludible con el deporte y el ocio, es un respiro de paz con nombre de poeta. En 1865, un comité de burgueses contrató un arquitecto para que diseñara el primer jardín público de la ciudad, sometiendo el trazado a los cánones más clásicos de los jardines ingleses: se llamó oficialmente Nieuwe Park. En 1867 se colocó en él una estatua del poeta holandés Joost van den Vondel, desde entonces todos se refieren al parque como Vondelpark. Con el paso de los años se ha ido ampliando continuamente, y desde 1953 es propiedad de la ciudad de Amsterdam, quien viene renovando su mobiliario, baños, paseos y kioskos, para hacerlo aún más agradable. El parque tiene nuevo look, y la ciudad se siente orgullosa de ello.
Un paseo por su interior terminó por convencerme de que los holandeses son divertidos, amigables y descomplicados. Todos parecían haber cogido la tarde libre, disfrutaban sus picnics, que por cierto van de la estampa más sofisticada de manta de punto con botella de champán y platitos de sushi, hasta las bolsas de la compra a modo de mantel con bocadillos, patatas, y cómo no, la botella más holandesa de todas, la Heineken… Pintores, músicos, patinadores, ciclistas, o incluso practicantes de “joggling”, que mientras corren no dejan caer al suelo las tres, cuatro, o cinco pelotitas con las que hacen malabares por los aires, se relajan, se encuentran con la naturaleza en Voldenpark.
Aquí, los niños reemplazan las pantallas y los videojuegos por raquetas, cometas y pistolas de agua, a la vez que corretean por unos prados de verdes imposibles. Un músico descamisado y con cara de perdido, practica sus clases de violín a la sombra de un árbol centenario. Todas las razas que conforman la sociedad holandesa, y que están muy mezcladas entre ellas de forma fascinante, se dan cita en un parque en donde se respira incluso más libertad que la que se percibe fuera de sus límites, que ya es mucho decir… Se tiene la sensación de que todo el mundo es feliz aquí, el pobre que no tiene casa y vive en un albergue, el universitario que se da cita en el prado con sus libros, la pareja de gays que pasea de la mano con el torso desnudo enseñando sus tatuajes, las guapas morenas de Surinam que hacen trenzas a sus hijas al borde de un lago, o incluso el perro sediento que acompaña a su amo a correr. Las calzadas aledañas al espacio de juegos infantiles están pintadas de monachos y figuritas hechas con tiza por unos críos que parecen llenarse de creatividad -las tizas abundan por los suelos-; unos raperos ensayan su nueva coreografía, y varios “pensadores” ingieren el humo de unas hierbas lícitas en estos lares. Ardillas, patos, liebres y puercoespines se pasean con parsimonia por todas partes.
Aquí se encuentra desde 1882 la Escuela de Equitación Real, inspirada en la famosa Escuela de Equitación Española de Viena, y el Filmmuseum, o Museo del Cine que exhibe por las noches 3 películas de las más de 30.000 que tiene en su haber. Actualmente, y hasta el 31 de agosto, el EYE Film Institute Netherlands rinde homenaje a Jack Nicholson con un festival llamado “Here´s Jack” exhibiendo cada noche una película diferente de las que componen su extensa filmografía.
Tengo la sensación de haber acudido de repente a una cita con la sonrisa, a un encuentro repentino con la felicidad, con lo humano y con el arte.
Voldenpark, sin duda, es una muestra representativa de la sociedad holandesa, de una sociedad tolerante, abierta, amiga de lo natural y sobretodo simpática y sencilla.
No hay un rincón de Ams que no te sorprenda. Sin duda, es quizá la más divertida de las capitales europeas. El Voldenpark, efectivamente es para vivirlo en cada estación de una forma diferente
Adoro vuestra perspectiva, esa forma de ver las cosas, que hace que quienes os leemos nos entusiasmemos.
Amsterdam es única, y Voldenpark la mayor muestra de civilización. Todo lo que decís aquí es fiel reflejo de la realidad. Abrazo.
Buena imagen para mi parque favorito. Gracias ALTUM