En el centro de la región turca de Anatolia, se encuentra Capadocia. Observarla desde un globo aeroéstatico es todo un lujo para los ojos.
Las curiosidades geológicas de Capadocia se concentran en unos 50 km cuadrados a lo largo de los cuales se diseminan pequeñas poblaciones como Goreme, quizá uno de los puntos más cómodos para explorar el paisaje formado por la toba calcárea erosionada durante millones de años, en la que el hombre escarbó para crear cavernas o cuevas habitadas hasta hace no tanto. En el museo al aire libre de esta ciudad se puede observar el modo de vida de los trogloditas y las formaciones rocosas que les sirvieron de viviendas o de iglesias, muchas de las cuales se encuentran en relativas buenas condiciones.
Los primeros pobladores llegaron dos mil años a.c. y dos mil años más tarde aparecieron los asirios dispuestos a comerciar en tan estratégico lugar. Les siguieron los hititas y los persas, conformando así una sociedad que mantuvo relaciones con Roma y con Bizancio hasta la llegada de la dominación otomana y selyúcida.
Harta de saqueos y de invasiones, la población optó por refugiarse bajo el suelo. Se construyeron auténticas ciudades subterráneas equipadas con unas iglesias pintadas de forma rudimentaria con colores y dibujos simples, cisternas de agua, caballerizas, almacenes de alimentos o graneros distribuidos en varios niveles.
La ciudad subterránea de Derinkuyu , de la que sólo se pueden visitar 8 de los 20 niveles que tiene, fue descubierta por casualidad hace 50 años. Con las entradas perfectamente camufladas y ocultas por rocas, el interior permitía ocultar del enemigo a miles de personas durante semanas.
Ingenuo a veces y sobrecogedor en ocasiones, el extraño paisaje de Capadocia, comenzó a formarse hace 10 millones de años por la actividad volcánica.
Las curiosas formas que adoptan las rocas son el resultado de la acción del agua y del extremo clima de la región, caracterizado por veranos de implacable sol e inviernos de hielos y vientos.
La imaginación ha dado nombre a diversos valles: Valle Rojo, Valle de la Paloma, Valle de los Monjes, Valle de la Miel, Valle del Amor… Todos invitan a una caminata entre las formaciones surgidas por las erupciones de los volcanes Erciyes y Melendiz.
Emulando a Willy Fog
Aunque hoy es uno de los principales destinos de Turquia, Capadocia permaneció en el olvido hasta que a principios del siglo XX un sacerdote francés se topó con las iglesias escavadas en la roca.
En un día cualquiera, más de un centenar de globos pueden sobrevolar los cielos de Capadocia. Bueno, en realidad los globos no vuelan, flotan en el aire… El piloto decide la altura y los giros sobre sí mismo; la dirección la marca el viento.
Un globo se compone de envoltura, barquilla y quemadores. Las dos primeras están unidas por cables y desde los quemadores se orienta el fuego a la entrada de la envoltura realizada con un material sintético capaz de resistir las altas temperaturas.
Desde 400 metros de altura se observan las espectaculares “chimeneas de las hadas” y el Erciyes, uno de los volcanes que dio origen a tan curiosos valles. Con sus casi 4.000 metros de altitud es el monte más alto de Anatolia Central.
El montaje del globo necesita de una superficie libre de unos 250 metros cuadrados. Se empieza por descargar la cesta, se monta el quemador, se fijan los cables y los tubos de gas. Después se descarga la vela, que se fija a la cesta antes de extenderla completamente en el suelo.
El globo se hincha primero con aire frio y luego caliente. Se acciona el quemador, y cuando la vela queda vertical, suben los pasajeros. Todo en 20 minutos, lo mismo que tardan en plegar y recoger. Desde tierra, se vigila el trayecto y se guía el aterrizaje. Para éste último los pasajeros reciben sencillas instrucciones.
La jornada en globo sobre uno de los paisajes más fotografiados del mundo se inicia temprano, antes del amanecer. Como si el sol saliera para nosotros.
Durmiendo en cuevas, viviendo en paz
Que la zona se dedica al turismo queda claro nada más poner pié en Capadocia, donde la oferta hotelera es infinita. Esa oferta incluye hoteles cueva, como el Hotel Kelebek, con 36 habitaciones, todas diferentes. Situado en un alto de Goreme ofrece vistas panorámicas sobre el valle y, si se madruga, se puede ver el espectáculo de los globos desde su terraza donde, durante todo el día ofrecen te y café gratis a sus clientes. Además, incluso cuando han hecho el check out, pueden utilizar las instalaciones, incluida la piscina.
Nota: La empresa www.sultanballoons.com fue fundada en 2005 y dispone de 4 cabinas con distintas capacidades. Curiosamente, la tela de los globos las compran en Tarrasa e incluso uno de sus pilotos habla español.
Araceli me acabas de trastocar mi agenda de otoño. Me quieres decir cómo voy a hacer para ir a Capdocia? No está incluída en ningún pln a corto plazo y tu con este post me has hecho que mi cabeza empieza a dar vueltas como una licuadora. Enhorabuena, las fotos geniales.
Turquía qué gran destino. Buen relato, muy espontáneo y natural.
Me ha encantado, las fotos son impresionantes así que verlo en la realidad debe ser una auténtica maravilla. Incluida la perspectiva que proporciona la visión desde los globos… 😉