Cada mes de mayo los atunes rojos se acercan a la costa de Cádiz en dirección al mar Mediterráneo para desovar. Hace más de 3.000 años que el sistema de pesca tradicional, conocido como “almadraba”, fuera instalado por los fenicios. Desde entonces, esta parte de la provincia española de Cádiz, es escenario de una espectacular lucha entre atún y ser humano.
Texto: Hernando Reyes Isaza
Fotos: www.cadizturismo.com
Entrada la primavera empiezan las celebraciones y los homenajes gastronómicos al atún, una especie marina que hace parte del patrimonio histórico y cultural de la costa gaditana: ha formado parte de las monedas acuñadas por la Ceca de Cádiz; son varios los pueblos de la zona que, con esculturas y veletas en forma de atún, advierten al viajero que en ellos se mantiene una tradición artesanal desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días; y que su cocina ofrece la más excelsa gastronomía en torno a este túnido.
Las almadrabas
La palabra “almadraba” procede del árabe y significa “lugar donde se golpea o lucha”. Utilizado desde tiempos de los fenicios, y más tarde adoptado por los romanos, este arte de pesca consiste en instalar cerca de la costa un laberinto de redes al paso de los atunes que, desde el Atlántico, se dirigen hasta al Mediterráneo desde abril hasta junio para desovar.
Las redes capturan a los atunes en las que éstos se mantienen nadando como si de un complejo sistema de piscinas se tratara, para ser sacadas a la superficie cuando haya suficientes animales en ellas; un acto conocido como la “levantá”, y que es el que da comienzo a la espectacular lucha entre hombre y atún.
No se crea el lector que las redes las levanta una sofisticada grúa, como podría suponerse, no. Son tiradas manualmente por decenas de hombres en embarcaciones a lado y lado, de la misma manera que se viene haciendo desde los tiempos prerrománicos.
Cuando la red empieza a alcanzar la superficie, con el aleteo de los atunes (su peso promedio se acerca a los 200 kilos) se produce una espectacular especie de “ebullición” marina. Es en este momento cuando los llamados “copeadores”, unos más que valientes buzos, porteadores de cartuchos, ejecutan un certero disparo en la cabeza de estos animales para mantener intactas las propiedades de los peces.
Un organismo de control verifica y certifica cada una de las capturas, incluso tomando muestras para su posterior análisis. Existe un cupo limitado de atunes a ser capturados por temporada, y en cada “levantá”, hay incluso una delegación de la Guardia Civil que verifica estos detalles.
Este arte de pesca sencillo, y a la vez eficaz, es completamente artesanal, nada agresivo y respetuoso con la especie y el medio ambiente.
El “ronqueo”
El atún llega a las empresas pesqueras para su despiece, un acto ejecutado bajo las más estrictas medidas de higiene, y que se conoce popularmente como “el ronqueo del atún”. Se le denomina así por el sonido que produce el afilado cuchillo contra la piel del pescado, que es similar a un ronquido. Un corte en la cola o aleta caudal marca el inicio del ronqueo y despiece del atún rojo de almadraba.
Una técnica milenaria que procede de Japón y que requiere de una gran precisión y profesionalidad, por lo que es ejecutada por verdaderos “maestros”, quienes hacen del ronqueo un auténtico espectáculo.
Es precisamente Japón quien compra el 90% de los atunes de almadraba.
La ruta
Tradicionalmente había almadrabas en todas las localidades costeras de la provincia de Cádiz pero actualmente se concentran en el litoral de Conil, Barbate, Zahara de los atunes, y Tarifa.
Conil: destino de sol y playa
Es uno de los pueblos de la comarca con más ambiente, especialmente durante la temporada estival, propiciado en parte por las urbanizaciones en él construidas.
Grandes masas de pinares, como los de Roche o El Colorado llegan muchas veces hasta las playas, contribuyendo a que éstas se hayan conservado vírgenes. A lo largo de 14 km de litoral hay extensiones de arena para todos los gustos; blancas y finas, de aguas transparentes que permiten la práctica de todo tipo de deportes acuáticos, y de una belleza sinigual.
De mayo a junio son varios los restaurantes de esta población que se suman a “La Ruta del Atún de Almadraba” con suculentos platos y una variedad de creativas tapas, donde como es lógico, el protagonista es el atún. En su mercado de abastos amén del protagonista de este recorrido, es también posible encontrar especies locales como el bocinegro, la urta, el pargo y la corvina. Un sitio que ningún visitante debe pasar por alto.
Barbate: blanca y luminosa
Situada en el entorno que los griegos denominaron “Columnas de Hércules”, esta ciudad ha estado ligada desde la antigüedad al mar y a la pesca. Al actual y pintoresco puerto pesquero le precedió uno fenicio, que consagró a la población como “exportadora” al implantar el sistema de almadraba que se ha perpetuado hasta hoy.
Con el Imperio Romano la ciudad vivió su etapa de mayor esplendor, convirtiéndose en un próspero enclave debido a la industria pesquera y de salazón. Las playas son paradisiacas e ideales para el baño y los deportes náuticos.
Al igual que en Conil, destaca su mercado de abastos, pero también sus conserveras entre la que recomendamos la de “Herpac”, que se puede visitar y contemplar en vivo y en directo el ronqueo del atún.
Sus restaurantes y bares se unen a nuestro recorrido con demostraciones gastronómicas, clases magistrales y degustaciones a precios asequibles.
Adicionalmente recomendamos la visita a su “Museo del Atún”, un lugar donde seguir “sumergiéndose” en las almadrabas, su historia, y la comercialización de éste pescado.
Zahara de los atunes: sabor y tipismo andaluz
Por su singularidad, esta pedanía de Barbate, se ha ganado el apelativo de “encantador pueblecito marinero”.
Las actividades que se realizan a lo largo del mes que dura la ruta aquí propuesta, provienen de una iniciativa de ACOZA, la Asosiación de Comerciantes de Zahara de los Atunes, creada para promocionar la cocina de la localidad a través de esta especie animal que da nombre a este enclave.
Su visita es una magnífica oportunidad para conocer y probar a este pescado ya catalagado por muchos como “el pata negra del mar”.
Tarifa: en frente de África
Asomada al mar, en el punto más meridional de Europa y más cercano a África, es una de las ciudades con mayor proyección turística, al convertirse en el reino del windsurf y el kitesurf.Sus idílicas y extensas playas azotadas por el viento de levante hacen de Tarifa un lugar de culto también para los aficionados a los deportes náuticos o el submarinismo.
El viajero podrá comprobar el su trazado urbanístico del centro recuerda a los pueblos norte africanos, con sus casas blancas, sus plazas, y sus callejuelas animadas donde se mezclan visitantes de diversas nacionalidades con los propios tarifeños.
A 15 kilómetros se encuentra Baelo Claudia, una ciudad romana que, fundada en el s.II a.c, alcanzó un gran desarrollo económico y urbano. Su principal industria consistió en la salazón de pescados, obtenidos la mayoría por el sistema de almadrabas de los fenicios, y la elaboración de la famosa salsa “garum” que se exportaba a todo el Imperio Romano. Su visita es más que obligada en este itinerario.
Más información:
www.larutamilenariadelatun.com