Es la familia valenciana más poderosa y polémica de la historia, pero una visita a las ciudades de Xátiva y Gandía podría desvanecer la leyenda negra que ha definido durante siglos a los Borja o Borgia en italiano.
Por: Ana Cristina Vargas
Para viajar hacia el origen del linaje hay que emprender la travesía a Xátiva, una pequeña ciudad al sur de Valencia cuya población ronda los 30,000 habitantes. Allí, hace más de cinco siglos nacieron dos papas: Calixto III, llamado Alfonso de Borja, y Alejandro VI, Rodrigo de Borja.
Un cambio de rumbo
La ciudad conserva la huella de su influencia y opulencia. La más evidente se aprecia en la la Seu de Santa María, una basílica colegiata en cuya entrada dos estatuas de bronce de los pontífices dan la bienvenida a los visitantes. En su interior, el museo exhibe el Cáliz de Calixto III y la Custodia Mayor del Corpus de Alejandro VI.
En ese sitio fue bautizado Calixto III, el personaje que cambió para siempre el rumbo de la familia. Antes de él, los Borja eran sólo una familia de agricultores llegados a tierras valencianas atraídos por las condiciones ventajosas otorgadas a los pobladores de la zona tras la Reconquista. Después de él, el apellido quedó inscrito en la historia y el patrimonio familiar creció como por milagro. Una buena manera de comprender la extensión de los dominios que los Borja tuvieron, sólo en esta zona, es subir al castillo de la ciudad. Es un impresionante conjunto fortificado cuyos orígenes se remontan al siglo II a.C.
Las murallas de casi un kilómetro de longitud a 300 metros sobre el nivel del mar constituyeron la fortaleza de Aníbal y del conquistador Jaume I, pero hacia la época de los Borja se convirtió en una prisión, en la que fue degollado Diego de Borja en 1562.
El viaje hacia la época en la que el apellido Borja todavía no estaba relacionado con Roma, guarda un golpe de suerte y un ejemplo de superación.
Y le predijeron que sería Papa…
Según la leyenda, Alfonso de Borja era un niño cuando fue con sus padres a una prédica de San Vicente Ferrer, evento que cambiaría su vida y de las próximas generaciones Borja. Durante la ceremonia, el dominico valenciano tocó la cabeza del pequeño y predijo que sería papa.
La familia pidió al predicador que fuese el mentor de Alfonso y así fue. Estudió leyes en la universidad de Lérida, sirvió como jurista y diplomático a Alfonso V de Aragón, fue obispo de Valencia y a los 77 años se cumplió la profecía.
Fue elegido para portar la tiara papal como papa de transición con el objetivo de dar estabilidad temporal al pontificado, pues en ese momento había una disputa de poder entre los Orsini y los Colonna que buscaban colocar a sus candidatos al frente de la Iglesia.
Lo primero que hizo como papa fue beneficiar a sus sobrinos Luis y Rodrigo de Borja con cargos eclesiásticos y canonizar a su mentor Vicente Ferrer.
Él marcó el inicio de una nueva era de la estirpe y fue el principio de una cadena de nepotismo, en la que el próximo eslabón sería Rodrigo de Borja.
Rodrigo de Borja o Alejandro VI
En Xátiva se puede ver la fachada de la que se conoce como la Casa Natalicia de Rodrigo, justamente en la plaza que lleva su nombre como papa, Alejandro VI.
La historia de Rodrigo de Borja empieza en Xátiva y continúa a la vez en Roma y en Gandía.
Fue en esta ciudad costera en la que Alejandro VI y sus hijos dejaron la mayor huella, pues ya convertido en papa compró el ducado de Gandía para regalárselo a su primogénito Pedro Luis en 1485.
Gandía era el obsequio perfecto por su ubicación estratégica y por su diversidad de ambientes: la combinación de la línea costera del Mediterráneo con el sistema montañoso de la comarca de La Safor, cuyo suelo les otorgó la dulce oportunidad de cultivar caña de azúcar.
Parc dels Ullals
La población todavía recupera los suelos de aquella explotación agrícola y uno de los sitios que trabaja en la restauración del ecosistema es el “Parc dels Ullals» (podría traducirse como Parque de los Ojos de Agua), una zona ecológica hacia las montañas que actualmente sirve de refugio para aves migratorias de Europa y África y funciona como un centro de enseñanza sobre conservación.
En el área natural se pueden dar caminatas o paseos en bicicleta y desde ahí puede verse en la cima de la montaña el castillo de Bairén.
En la entrada del parque está la casa de verano de los Borja, la Alquería del Duc, una construcción fortificada del siglo XVI que resalta por su arquitectura de planta cuadrada, muros de piedra irregular y teja árabe.
La saga de la intriga
Para seguir la pista de los Borja hay que ir hacia el centro histórico de Gandía. La ruta empieza en la Plaza de las Escuelas Pías, en donde se encuentran las estatuas de los Borja más famosos: Calixto III, San Francisco de Borja que fue duque de la ciudad, Alejandro VI y sus hijos más conocidos: Lucrecia, César, Juan y Pedro Luis.
Ellos deben su fama al talento estratega de su padre y fueron las piezas en su ajedrez para proteger la riqueza y la influencia de la familia. Lucrecia, por ejemplo, fue casada tres veces y Alejandro VI no dudó en declarar impotente a uno de sus esposos, Giovanni Sforza, para romper la unión. César se inició en la carrera eclesiástica, pues la idea de su padre era entregarle la tiara pontificia como si de una corona se tratase, pero acabó colgando los hábitos para empuñar la espada. Alejandro VI, entonces, lo nombró comandante de los ejércitos de Roma.
Corrupción, incesto, conspiraciones, luchas de poder… y cantarella, una pócima letal de la época a base de arsénico. Todos estos elementos forman parte de la idea de los Borgia que todo el mundo tiene en la cabeza, pero la lectura de la historia de la familia que se hace en Gandía es mucho más benévola.
El pecado de no ser italianos
La leyenda negra de la familia, sostienen, se tejió en Roma. Allí, los Borgia hicieron exactamente lo mismo que otras dinastías como los Médici, los Orsini o los Colonna para mantener y perpetuar su poder; la única diferencia, el pecado original que explicaría la inquina hacia ellos, es que los Borja no eran italianos y, sin embargo, dirigían Italia.
Más allá de la historia oscura de los Borja, en Gandía se destaca el patrimonio cultural y artístico que legaron a la ciudad. El Museo de Santa Clara y su rica colección es una muestra. Las obras de arte religioso que recoge proceden del convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara, en la que se ordenaban mujeres procedentes de las familias de más alta alcurnia de la zona, incluidos los Borja.
Así fue conformándose una extraordinaria colección de arte religioso, de los siglos XV al XVIII, con obras de Paolo de San Leocadio, Nicolás Falcó, Juan de Juanes, José de Ribera y Pedro de Mena.
El Palacio Ducal
La riqueza borgiana, con todo, resplandece en el Palacio Ducal, un edificio de 700 años de antigüedad que combina diferentes estilos artísticos que van del siglo XV al siglo XIX.
Alejandro VI lo compró a Fernando El Católico para regalárselo a su hijo mayor Pedro Luis, quien se convirtió en el primer duque de Gandía. Murió antes de contraer matrimonio con María Enríquez, quien fue casada por designio del papa con otro de sus hijos, Juan de Borja y Cattanei. Tras la muerte de éste en Roma en extrañas circunstancias, el palacio y el ducado quedaron en sus manos. A partir de ese momento, la figura de la mujer se engrandece hasta convertirse en una de las más importantes de la historia de la ciudad.
Como gobernadora consolidó el dominio territorial sobre el ducado, llevó artistas y arquitectos a la ciudad, protegió los archivos históricos de Gandía y puso fin a las injerencias papales en el Gobierno.
El Palacio guarda una muestra representativa de los muebles de aquella época, pero aún se conserva la decoración original de los muros, en su mayoría elegida por María Enríquez.
En el conjunto destaca una habitación original, la majestuosa Galería Dorada, que impacta por el gran techo que, en su momento, pretendía emular al de los palacios romanos; así como por la obra de arte realizada sobre él. Una composición que divide el plano terrenal y celestial ideada por el pintor barroco Gaspar Huerta a principios del siglo XVIII, en la que conmemora la canonización de Francisco de Borja y exalta el linaje de los Borja.
Francisco de Borja fue hijo de Juan de Borja y de María Enríquez. Fue duque de Gandía y General de la Compañía de Jesús. Bajo su administración se fundaron nuevas misiones en Florida, México (entonces Nueva España) y Perú. Por su legado, el papa Calixto X lo canonizó en 1671, un siglo después de su muerte (1572).
Del Palacio Ducal hacia la costa, la ruta termina en el Muelle de los Borja. Aunque se visite en invierno, el clima benigno de la zona permite disfrutar de la brisa con una caminata por el puerto o a bordo de un barco en el que se puede degustar un arroz frente a una de las mejores vistas de la ciudad.
Más información: www.xativaturismo.com y www.visitgandia.com