El estado de Pernambuco en el nordeste de Brasil, es conocido por su costa y su tradición azucarera. Uno de sus principales atractivos es la población de Puerto Gallinas, famosa por sus piscinas naturales.
Con la segunda barrera coralina más larga del mundo, unas playas de finísima arena blanca y cientos de colinas tapizadas de cultivos de caña de azúcar, Puerto Gallinas, a 60 kilómetros al sur de Recife ofrece actividades que nadie se puede perder:
1. Paseo en “buggy”
Desde hace muchos años los brasileños, especialmente los del nordeste del país, encontraron en los buggies el medio de transporte más rápido y más eficiente para andar por terrenos discontinuos y de arena. No es fácil poder alquilar un bugggy sin conductor, pero son muchas las agencias que se dedican a este negocio y siempre se puede llegar a un buen acuerdo con el conductor de manera que el tiempo se aproveche óptimamente.
Recorrer en este vehículo los 35 kilómetros que tiene Puerto Gallinas de punta a punta, es toda una aventura a la que ninguno se niega.

En teoría, los buggies no pueden circular por la playa sino solamente bordearla. Sin embargo, los “bugueiros” saben encontrar la forma de hacerlo en pequeños tramos no concurridos por bañistas. Eso sí, para pasar de una playa a otra han de salir a la carretera principal y volver a entrar a la siguiente por senderos de arena y cocoteros.
Las playas que forman la costa de Puerto Gallinas son: Camboa, Muro Alto, Cupe, Porto Galhinhas y Maracaipe.
2. A las piscinas naturales en “jangada”
La jangada es un tipo de embarcación a vela típica del nordeste brasileño, que a modo de tabla, se impulsa por acción del viento con la ayuda de un “singa” o remo. Los “jangadeiros” están en todas las playas y negociar con ellos es muy divertido.

Muchos hoteles cuentan con sus propias jangadas, que ofrecen paseos de hasta una hora. Desde la misma playa de Porto Galhinhas se puede acceder hasta las famosas piscinas naturales en jangada. Al bajar la marea, barrera de coral deja al descubierto cientos de enormes agujeros de piedra repletos de peces multicolor, un fenómeno que le ha dado fama internacional a este litoral.

3. Acudir a una sala de forró: música del nordeste y del interior.
En el estado de Pernambuco han nacido una serie de ritmos típicamente brasileños, que se alejan mucho de los tópicos de la samba y la bossa nova. Entre ellos los principales son el forró, el maracatú, el frevo o el manguebeat. Para entenderlo mejor, lo más indicado y divertido, es acercarse en las noches hasta Lua Morena, un local concurrido básicamente por brasileños y que se especializa en este tipo de ritmos. A bailar a lo “pernambucano”…
4. Visitar el centro de conservación del caballito de mar

Al final de la playa de Maracaipe, en lo que los locales llaman el “pontal”, se encuentra Foz de Maracaipe. Es la desembocadura del río del mismo nombre en el Atlántico. Unas pequeñas “jangadas”, acercan aquí al visitante a un mundo lleno de manglares y bancos de arena… A unos paisajes simplemente “de película”, en los que el agua cambia de la cristalinidad al verdor de la esmeralda… Los “jangadeiros” se sumergen para conseguir algún ejemplar de estos animales que abundan en la zona gracias a un proyecto llamado Hippocampus que se dedica a la preservación de este animal, y que en sus propias instalaciones, lucha por su reproducción.
5. Conocer la fabricación artesanal de cachaça
Pernambuco es una de las principales regiones productoras de azúcar del mundo entero. No acercarse hasta una hacienda de caña de azúcar sería un crimen, por ello, he optado por conocer el “Ingenio Canoas” en la población de Nossa Senhora de Ó, famoso por la producción artesanal de la bebida nacional brasileña: la cachaça. Desde hace más de un siglo, esta familia de origen portugués se dedica a los menesteres de la producción de caña, y en la actualidad consiguen colocar en el mercado 2000 botellas anuales de si aguardiente.

Entre los meses de septiembre y febrero el ingenio está abierto al público para dar a conocer sus productos en los que además de la cachaça, se vende exitosamente la miel de caña.