Kate Zaharra

Bilbao, España

Un viaje al país vasco implica comer bien, sin embargo, dentro del concepto de buena gastronomía existen diversos factores externos que contribuyen a incrementar las sensaciones positivas: un buen vino, un lugar agradable, buena compañía, un adecuado servicio, o ese toque de diferencia que predomina sobre experiencias gastronómicas del pasado o incluso con respecto a los lugares de la competencia.

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Fachada del caserío en el Alto de Santo Domingo

     En Vizcaya existen varios caseríos reformados y convertidos en excelentes restaurantes, pero también los hay de más reciente construcción. Tal es el caso de Kate Zaharra, un lugar excepcional que abriera sus puertas hace 15 años, y que fue construido con esmero cuidando cada detalle y pensado para convertirse en un lugar inolvidable. Aquí, al margen de la frescura de los ingredientes utilizados en sus excelentes platos, resalta el esmero con el que se ha construido este caserío del que recordamos diversos elementos y piedras extraídos de las demoliciones de antiguas ermitas vascas o incluso la loseta de un antiguo frontón.

     Amancio y Patricio Valiño son los hermanos propietarios de este lugar; el primero pasó por las cocinas de verdaderos emblemas vascos como Cachivache, Galeón o Anaconda, y el segundo, aunque iba para ciclista terminó también involucrado en los fogones. Durante muchos años este tándem consiguió convertir el mítico “Miguel Ángel” de la Gran Vía bilbaína en todo un hito de la cocina vasca.

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Los hermanos Amancio y Patricio Valiño, propietarios de Kate Zaharra

     En esta etapa como propietarios de Kate Zaharra, han conseguido crear un lugar para ser disfrutado con los cinco sentidos. Las vistas sobre Bilbao y la ría, en toda su extensión, son nunca mejor dicho, de órdago; y es que este templo del buen comer se encuentra a 15 kilómetros de la capital bilbaína en el mismo Alto de Santo Domingo.

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Vistas sobre la ciudad de Bilbao y la ría.

     Empezar la experiencia gastronómica en Kate Zaharra exige bajar a su bodega para tomar el aperitivo mientras preparan la mesa, lo que permite al cliente saborear un exquisito caldo de las más de 1.000 referencias internacionales y nacionales con las que cuentan acompañado de un jamón de Jabugo de óptima calidad o una caña de lomo ibérico cortados a mano; unas anchoas frescas del Cantábrico marinadas con un excelente txacolí  -vino blanco de la región- o un cava si el comensal lo prefiere. Bajar a la bodega es adentrarse de alguna manera en las entrañas de un lugar de corazón vasco.

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Bodega en el sótano del restaurante

     A la hora de pasar a manteles el comensal decide ubicarse en alguno de los dos comedores o si lo prefiere, en la carpa climatizada y al aire libre, apta para fumadores.

     La experiencia gastronómica se basa en productos de temporada y pescados del día, una cocina tradicional con algunos toques creativos que mantiene la esencia de las recetas más entrañables de estas tierras.

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Uno de los dos salones del restaurante Kate Zaharra

     Hay platos que permanecerán siempre en nuestro recuerdo, y nuestra experiencia nos indica que difícilmente podremos olvidar la sopa de garbanzos con bogavante o los pimientos rellenos de changurro.

     Tras la comida si se quiere tomar una copa recomendamos pasar a su terraza, el mejor lugar para relajarse con unas vistas inmejorables.

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La simpática «habitación de los deportes»

     El visitante no debe perder detalle, especialmente en el rincón llamado “la habitación de los deportes”, un homenaje al ciclismo y al fútbol con todo tipo de recuerdos.

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Diversos artículos dedicados al fútbol y al ciclismo.

Más información: www.kate-zaharra.com