El 15 de abril de 2023 el Musée Goya de Castres abre de nuevo sus puertas tras tres años de obras de restauración. Inaugurado como Museo Goya en 1947, su remodelación ha dado como resultado un espacio modernizado donde se ha mejorado la accesibilidad al público y se ha ampliado la colección permanente del museo, que cuenta con más de 5.000 obras, de las cuales 1.500 son españolas.
Texto: Esther Rodríguez. Fotos: Museo Goya / OT Castres
“Todavía estoy aprendiendo”, así se refería a sí mismo el genial Francisco de Goya y Lucientes cuando ya acariciaba la ochentena. Su inteligencia pictórica y su curiosidad no conocían límites. Considerado uno de los pintores españoles más relevantes y extraordinarios de todos los tiempos, su popularidad ha dado la vuelta al globo.

Rendidos a la excelencia de su arte, son muchas las pinacotecas del mundo que muestran orgullosas obras del artista español. Francia es uno de los países que mayor interés ha mostrado por su legado artístico. La relación de Goya con el país galo, desde el inicio de su carrera hasta su fallecimiento en Burdeos, siempre ha sido muy estrecha. Seguramente, hoy sonreiría pletórico al contemplar que la localidad de Castres, en la región de Occitania, presume de tener su propio Museo Goya, la única pinacoteca francesa dedicada al arte hispánico después del Louvre.

En palabras de la directora del mismo, Joëlle Arches, el objetivo ha sido lograr:
“un museo restaurado y ampliado, pero ante todo, muy estudiado en relación con el público y la ciudad”.
Y es que su valor artístico no sólo reside en las obras que alberga en su interior, sino en el monumento arquitectónico que les da cobijo. Ésta es también la historia de la metamorfosis de un palacio episcopal del s. XVII, al que las obras de restauración le han devuelto su antiguo esplendor.

Una visita al renovado museo Goya de Castres promete una experiencia inolvidable donde arquitectura, historia y arte se fusionan con una coherencia de conjunto magistral. La museografía actual permite disfrutar de nuevas adquisiciones, así como del amplio espacio dedicado al arte contemporáneo, donde destacan obras de Miró, Tàpies, Barceló o Picaso, entre otros.
¿Por qué se llama Museo Goya?
El museo Goya de Castres recibe el nombre del maestro aragonés porque exhibe tres cuadros de Goya y una colección casi completa de sus grabados, todo ello cedido por la familia del coleccionista francés de Castres Marcel Brighiboul en 1894. Traspasar las imponentes puertas de este palacio barroco es dejarse mecer por el talento y la excepcionalidad del arte hispánico de todos los tiempos. Un recorrido histórico desde la Edad Media hasta nuestros días en el que se dan cita artistas como Murillo, Velázquez, Pacheco, Ribera, Velázquez, Sorolla, Picaso, Miró o Tàpies, entre muchos otros. Especial interés merecen las salas dedicada al Romanticismo y al Siglo de Oro.

A medida que el visitante desciende por la escalera que da acceso a la sala Goya, en la parte central del museo, la mirada penetrante del genio español nos da la bienvenida desde la pared situada en la parte final del habitáculo, donde se exhibe su famoso ‘Autorretato’. Completa la colección ‘La Junta de Filipinas’, el cuadro de mayor tamaño del de Fuendetodos, que retrata la Asamblea de la Real Compañía de Filipinas, reunida en Madrid en marzo de 1815 y presidida por el rey Fernando VII. Igual que en la mayoría de sus obras, destaca la crítica mordaz del pintor hacia la monarquía y la versatilidad de la situación política de la época. Por ello, el rey aparece desdibujado y los accionistas parecen distraídos e incluso dormidos. El tercer goya es el retrato de ‘Francisco del Mazo’, al que no le pintó las manos porque consideró que no le había pagado suficiente por el trabajo. No acaba aquí la aventura goyesca. El paseo nos conduce a la sala donde se muestran cuarenta de los grabados del pintor, que se van alternando con los otros cuarenta que posee el museo. En el grabado autorretrato, portada de su colección ‘Caprichos’, se muestra a sí mismo orgulloso y altanero de haber alcanzado el título de pintor de Cámara de Carlos IV.
Una historia de superación e implicación
La historia del museo Goya de Castres es una historia de superación e implicación de toda una localidad que ha luchado por conseguir reunir la importantísima colección de arte que hoy atesora. Nacido en 1840 como Museo de Castres con nueve cuadros de autores franceses y con una única sala, en 1894 recibe un nuevo impulso cuando Pierre Briguiboul, hijo del coleccionista de Castres Marcel Briguiboul regresa de Madrid con tres obras de Francisco de Goya, además de legar 80 piezas de la familia, entre ellas, cuadros, muebles o tapices. El tercer gran capítulo del museo empieza en 1947, cuando recibe el nombre de Museo Goya y se especializa en arte español, gracias a infinidad de donaciones, legados y depósitos de pinacotecas nacionales, sobre todo el Louvre y el Museo Orsay. Totalmente renovado por dentro y por fuera, hoy se presenta al mundo como el único Museo Goya de Francia y España con una colección de 5.000 obras entre pinturas, esculturas, objetos tradicionales, monedas o muebles a lo largo de 1.500 metros cuadrados distribuidos en 20 salas de exposiciones permanentes.

Resumir la colección con un listado de obras imprescindibles es mitigar parte de la magia de la visita. No obstante, si podemos adelantar que la pinacoteca de Castres no está solo dedicada a los incondicionales de Goya, si no a todos aquellos que quieran alimentar su apetito artístico y disfrutar de clásicos como Francisco Pacheco con ‘El Juicio final’ (1611-1614), que fue encontrado debajo de una escalera de un hotel de Marsella o ‘Cristo servido por los ángeles del desierto’, en el que participó Velázquez (alumno de Pacheco), que pintó la parte de la naturaleza muerta. También de Velázquez es el famoso ‘Retrato de Felipe IV cazador’, que constituye una verdadera excentricidad ya que en la época era raro retratar a un monarca cazando. En la sala dedicada a la mujer del siglo de oro, Alonso Cano presenta su Trilogía dedicada a La Virgen.

El siglo XVII tiene a Murillo como uno de sus grandes protagonistas con ‘La Virgen del Rosario’ (1650), destacando el especial cariño que refleja su mirada. En la sala 8, bautizada como la galería de los mártires, se exhiben entre otras dos obras donadas por el Louvre, una de José de Ribera, ‘San Agustín’ (1636) y otra de un alumno de El Greco ‘San Francisco de Asís y el hermano León meditando sobre la muerte’, donde se aprecia la técnica magistral del pintor toledano. La sala dedicada al Romanticismo es una de las más coloridas e impactantes. Destaca la obra de José Aparicio Inglada, ‘Sócrates enseñando a un jóven’ (1811).
Muy original y genuina es la zona de la pinacoteca dedicada a pintores franceses que en el s.XIX viajaron a España para reflejar en sus obras su carácter pintoresco y campestre mientras Europa se encontraba ya en plena Revolución Industrial.
Una impresionante colección de pintura contemporánea
Este paseo por el arte hispánico finaliza con un recorrido por la pintura contemporánea. Maestros como Picaso, Dalí, Tàpies o Miró tienen aquí un palco de honor. Una de las grandes novedades de la pinacoteca de Castres son las exposiciones temporales. Inaugura la primavera con una exhibición de Miró donde se muestran los 21 grabados (Serie Gaudí) que el maestro barcelonés dedicó a su admirado Gaudí y de la que solo se imprimieron 50 copias en todo el mundo. Esta exhibición será sustituida en junio por otra dedicada a Picaso titulada ‘Goya en la mirada de Picaso’, una de las 50 exposiciones que se podrán visitar en todo el mundo para conmemorar los cincuenta años de su muerte.

Y aunque desafortunadamente son muy pocas las muestras de pintura firmadas por mujeres, el museo rinde homenaje a una de las pioneras y única fémina de la Generación del 27: Maruja Mallo. Su obra ‘Kermesse’ (1928) representa una colorida verbena donde pinta la vida como un teatro con un tono algo grotesco, siguiendo un poco la estela de Goya.
Castres, la pequeña Venecia de Occitania
Flanqueada por la montaña negra, la ciudad de Castres es una antiquísima villa medieval emplazada en la región de Occitania, en el departamento de Tarn. Conocida como `’la Venecia del Languedoc’ por el intenso colorido de las antiquísimas casas que descansan sobre el río Agout, esta pequeña localidad francesa es ideal para una visita de fin de semana.

Además del Museo Goya, es también la ciudad natal del polifacético Jean Jaurès, muy popular en el país galo por ser uno de los primeros socialistas que luchó por el movimiento obrero y en contra de los nacionalismos. En todas las ciudades francesas existe algún monumento o rincón que conmemora la figura de este filósofo, escritor, profesor y político que fundó también el periódico L’Humanité. Para conocer la apasionante trayectoria de este referente de la historia social y política francesa, podéis visitar el Museo Jean Jaurès, en el interior de un edifico que antiguamente era una imprenta.

Además de arte, cultura e historia, Castres ofrece planes alternativos para todos los gustos. Los devotos del dios Baco y en especial de los vinos franceses no pueden dejar escapar la oportunidad de realizar una cata dirigida por el enólogo Laurent Guerrero en la Cave de Laurent, donde además de excelentes caldos locales, también es posible adquirir vinos procedentes de todas las regiones francesas. Y qué mejor forma para gozar de la ‘joie de vivre’ que perderse por los preciosos jardines que engalanan la ciudad. De hecho, otra de las peculiaridades de Castres es ‘Le Jardin de l’Evenche’, un jardín renacentista diseñado en 1700 por Le Notre, jardinero de Luis XIV. Emplazado en la zona monumental, entre el Ayuntamiento y el teatro municipal, desde 2004 ostenta el privilegio de haber sido clasificado como ‘Jardín Destacado en Francia’.

Las mejores épocas del año para visitar la localidad son la primavera y el verano, ya que el clima es más suave y permite disfrutar del aire libre y de actividades como una travesía en el barco ‘Le Miredames’ por el río Agout. Una forma única de descubrir Castres en una embarcación de madera que simula las antiguas barcas que surcaban el río. El recorrido se inicia en el centro de la ciudad y discurre hasta el inmenso parque de Gourjade. Seguro que el viajero español recordará inevitablemente la ciudad de Girona cuando contemple los intensos colores de las casas construidas sobre el río. Estas antiquísimas edificaciones datan de la edad media y constituían el sustento económico de la ciudad, ya que eran sede de una intensa actividad textil basada en el curtido de cuero y el tejido de telas a base de la lana procedente de las ovejas de la Montaña Negra.

Los aficionados a los deportes pueden hacer coincidir su viaje a tierras occitanas con la celebración de alguno de los partidos del ‘Castres Olympique’, uno de los equipos de rugby más populares de Francia y motivo de orgullo de todos los castrenses.
No podemos abandonar el municipio sin degustar los exquisitos crepes de ‘La Creperie du Coin’, donde cocinan una gran variedad de este manjar francés, tanto dulces como salados, elaborados en el momento a base de la deliciosa gallete.
Para completar nuestra estancia en Occitania podemos realizar una visita a la localidad monumental de Albi, a 30 kilómetros de Castres. Patrimonio de la Unesco desde 2010, es también la sede del museo Toulouse-Lautrec.
Rester, c’est exister, mais voyager c’est vivre (permanecer es existir, pero viajar es vivir). A muy poca distancia de la frontera española, el zona de Tarn es una apuesta segura para aquellos viajeros que ansían huir del turismo de masas y empaparse de la idiosincrasia del país galo en su versión más castiza.
Más información:
Direcciones de interés
Creperie du Coin,
11, rue Gambetta
La Cave de Laurent