Todas las estrellas bajo un mismo techo

Para muchos excéntrico, para otros moderno. Algunos son incapaces de entenderlo. Yo creo, que es un acierto de diseño. La estancia en el “Lloyd Hotel” de Amsterdam, me enseñó una nueva faceta de la hotelería, y un vecindario que desconocía. Me confirmó, además, que en Holanda, diseño, urbanismo, y arte, van de la mano.

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Me registré hace unos días en el Lloyd Hotel. En el mapa de la ciudad que me entregaron con la llave de la habitación, leí la frase: “La afamada firma de arquitectos de Rotterdam, MVRDV, ha reformado este antiguo hotel para inmigrantes”. El mismo plano, se encargó de informarme que el estudio de arquitectos en cuestión, ha diseñado varias construcciones de la capital holandesa, las cuales gozan de gran prestigio y renombre: Parkrand, WoZoCo, Silodam, etc…

Al noreste de la ciudad, en lo que se conoce como los Eastern Docklands, se levanta el Lloyd Hotel, un lugar que sorprende no solamente por su reforma y adecuación, sino por la filosofía de dar cobijo a habitaciones de diferentes categorías bajo un mismo techo. Posee 117 habitaciones que van desde “1” estrella, hasta “5” estrellas (de los 95€ hasta los 450€). Aunque actualmente esta versión hotelera ya existe en otros lugares, fue el Lloyd el primer hotel del mundo en implementar este novedoso sistema.

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Las habitaciones de una estrella son las más baratas, y como es de esperarse, comparten el baño del pasillo. Al aumentar las estrellas, aumenta el precio, pero a partir de las 2 estrellas, el baño privado está garantizado en todas las habitaciones. Las más solicitadas son las de 3 estrellas por tener la relación calidad-precio más favorable para la media de los clientes. Fue ésta precisamente la que yo disfruté, y debo decir, que el diseño responde al concepto de funcionalidad que impera en los países del norte de Europa. El concepto de lujo de las grandes cadenas hoteleras, en este caso pasa a otro plano. Aquí se valora el espacio, la creatividad, la practicidad, y por supuesto el talento de los diseñadores, que en muchos casos otorgan especial énfasis a la sencillez y a la sobriedad. Sorprende especialmente la elaboración de los baños en fibra de vidrio, una característica innovadora (al menos para mí), que se mantiene también en los cuartos de 4 y 5 estrellas, junto con colores brillantes y un innovador manejo del espacio. Las grandes protagonistas son sin duda, las habitaciones de 5 estrellas con sus enormes camas… Nuestra favorita, una, que además de ser dúplex, y tener un piano de cola para las fiestas privadas, cuenta con una cama para 8 personas… Toda una “demencia”, que viene muy bien para un grupo de amigos que quieran tener un fin de semana divertido en esta ciudad de las “libertades”…

Este concepto hotelero, que hasta ahora yo desconocía, ha tenido un éxito rotundo, y a finales del próximo otoño se inaugurará una nueva sucursal en esta misma capital, en las inmediaciones de la bolsa neerlandesa, y que llevará por nombre “Exchange Hotel», el que por supuesto, ya se encuentra en Facebook:

http://www.facebook.com/pages/Hotel-The-Exchange/181787605185454

El edificio del Lloyd Hotel, que data de los años veinte, funcionó en su momento como un hotel para emigrantes europeos -básicamente de Europa del este-, que albergaba cientos de almas que esperaban el deseado momento de zarpar en su mayoría a Suramérica, donde iniciarían una nueva vida.

470Durante la ocupación nazi, esta construcción sirvió como cárcel para los miembros de la resistencia, y siguió operando posteriormente como prisión hasta 1989. Desde entonces, y hasta el año 1999, funcionó como espacio artístico para nuevos creadores, y en 2004, el novedoso establecimiento se convertiría en el actual hotel, en cuyo modesto lobby una lámpara en forma de gran navío parece evocar el pasado, a la vez que da la bienvenida a los huéspedes. El espacio fue concebido además, como un centro cultural, de exposiciones, y en general, de apoyo a diversos artistas, por lo que con acierto se le denomina “Embajada Cultural”. Pasillos, escaleras, y áreas comunes están decoradas con obras de nuevos talentos, que en algunos casos se caracterizan por su marcado carácter retro, y en otros se manifiestan como nuevas vanguardias de los países bajos. No cabe duda, no es un hotel convencional, es un lugar peculiar, diferente y del que yo diría, hay que saber apreciar. En su restaurante y en su bar, confluyen personajes de todos los tipos, que por sus perfiles económicos, van desde los viajeros de bajo presupuesto, a familias convencionales, fanáticos del diseño, o sibaritas de las nuevas tendencias, configurando todos ellos una fascinante muestra democrática. En su restaurante, los platos obedecen también a categorías, una propuesta coherente con la ideología aquí imperante.

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Su biblioteca es un espacio público, que posee una buena muestra de libros de arte en holandés y en inglés, toda una delicia para los amantes de la pintura, del diseño, la arquitectura, o incluso la moda. Otros espacios, reúnen exposiciones fotográficas y arte experimental. Todo el hotel goza de Wi-Fi, y lo más gratificante es que no lo cobran aparte (no entiendo la manía de los hoteles de cobrar como extra una prestación ya considerada como básica, que debería ser parte del paquete de servicios que ofrece el establecimiento a los huéspedes en sus tarifas. Solo faltaría que en cualquier momento, los hoteles cobren por la prestación de servicios básicos como el agua, la luz, o la limpieza de las habitaciones).

El barrio, está definido por edificaciones contemporáneas, por lo general creaciones de grandes maestros del diseño, quienes utilizan el cristal y las formas irregulares en muchas de sus fachadas. Un paseo por las inmediaciones me ha dejado claro, que aquí el diseño, el urbanismo, y el arte, interactúan de una forma tan peculiar que consiguen dar a Amsterdam un nuevo aspecto, que aunque por supuesto, se dibuja sobre el agua, nada tiene que ver con las edificaciones del centro de la ciudad, que han pasado a convertirse en iconos arquitectónicos del siglo de oro holandés.
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