Fotos: ALTUM / Secretaría Cultural de Recife
Mito o realidad, aquello que reza que en Brasil todo es “o mais grande do mundo” no es ajeno al carnaval de la capital más antigua del gigante suramericano. Como todos los años, el sábado anterior al miércoles de ceniza -este año será el próximo 18 de febrero-, el desfile conocido como “Galho de Madrugada” da inicio al Carnaval de Recife. Es la agrupación carnavalesca más grande del mundo y así consta en el libro de los Guinness Records: un millón setecientos mil participantes inundan las calles de los barrios de San Antonio y de San José.
La idea de otras ciudades de concentrar en un único recinto los desfiles de las principales agrupaciones o “blocos”, escuelas o asociaciones que participan en estos festejos previos a la cuaresma, nunca cuajó en la capital del estado de Pernambuco y por lo tanto en esta ciudad no existe sambódromo alguno. La calle siempre ha sido y será su principal escenario. Como los mismos recifenses afirman, este es “o carnaval da rua”, sin duda el más original, democrático y divertido de todo el país y al que más brasileños asisten evitando quizás, el marcado perfil comercial y turístico que han adquirido otros carnavales en el país del Pau Bras (el árbol que le dio nombre a estas tierras).
De Europa y de África
Fueron los colonizadores portugueses quienes introdujeron en su colonia americana el “entrudo”, un festejo muy popular en Madeira, Azores y Cabo Verde. Indígenas y esclavos se divertían arrojándose tinturas, aguas sucias o harina mientras que, desde los balcones, los amos blancos disfrutaban tirando agua a sus “inferiores”. Con el paso del tiempo tintas, agua y harina fueron remplazadas por serpentinas, confeti y pequeñas esferas rellenas de agua perfumada, y los bailes de salón se llenaron de máscaras renacentistas provenientes de Italia dándole mayor fuerza y moldeando su carácter, a pesar de carecer de música propia. No fue hasta la abolición de la esclavitud, en 1888, cuando los emperadores y las autoridades locales permitieron a los antiguos esclavos tocar libremente sus ritmos africanos y a los nativos, aportar su folclor local. El patrimonio cultural aportado por estas dos comunidades fue otorgando la identidad musical de la que presume hoy en día este carnaval, y a la que se han ido añadiendo las creaciones de grandes artistas contemporáneos.
Esencia brasileña
Actualmente la multitud se aglomera en las calles para olvidar las diferencias, entregándose a una celebración que les recuerda sus orígenes a golpe de frevo y maracatú, dos de los ritmos pernambucanos surgidos tras la abolición de la esclavitud y que son el ingrediente esencial de este carnaval. El primero, declarado en 2008 Patrimonio Cultural Inmaterial de Brasil, es el resultado de las marchas militares y religiosas del s. XIX; su nombre proviene de la palabra portugesa “ferver” (hervir) y se baila haciendo malabares con pequeñas sombrillas de colores. El segundo evoca con sus golpes de tambor las plegarias que se imponían en las ceremonias de coronación de reyes y reinas en África y que, en el Brasil colonial, permitía a las almas negras recordar sus raíces mientras acompañaban el paso de príncipes, duques, o barones pertenecientes a la corte de la única monarquía que se instaló en tierras americanas: la de los emperadores Pedro I y Pedro II de Brasil. Hoy en día el maracatú se reconoce como padre de la samba y es el ritmo que acompaña una de las más impresionantes solemnidades del carnaval de Recife: la “Noche de los Tambores Silenciosos”. Acontece la noche del lunes en el Patio del Tercio (frente a la Iglesia del mismo nombre) y rinde homenaje a los esclavos muertos en cautiverio.
Pero la extensa agenda del evento, que incluye más de 3.000 presentaciones, cerca de 200 shows de artistas nacionales y al que pertenecen algo más de 400 asociaciones carnavalescas, da cabida a otros ritmos como la samba, la música popular brasileña, el rap y el manguebeat, un rock nacido en las calles de Recife en los años ochenta y que denuncia las diferencias sociales existentes en la ciudad.
Al igual que sucede en Salvador de Bahía, este derroche musical discurre por toda la ciudad a bordo de los llamados tríos eléctricos: unos camiones que lentamente se van abriendo paso entre la multitud al fervoroso ritmo de la música de grandes figuras, una forma bastante económica que democratiza las actuaciones de consolidados artistas. Y es que en Recife es tradición homenajear a dos artistas pernambucanos durante el carnaval. Este año el turno es para el cantautor Alceu Valença y el artista plástico Zé Cláudio.
La Venecia de Brasil
Recife, como casi todo en este país, es el resultado de una interesante simbiosis cultural. Fundada por los holandeses en 1537 sobre la desembocadura de los ríos Capibaribe y Beberibe, es hoy por hoy el motor económico del nordeste brasileño. El dominio holandés duró tan solo veinticuatro años (1630–1654) pero fue más que suficiente para que el trazado de la ciudad -un impresionante nudo de canales sobre los que se levantan cincuenta puentes diferentes- se haya realizado al más puro estilo neerlandés, una cultura acostumbrada a luchar contra las aguas y cuya impronta destaca con fuerza en esta urbe tropical a la que no en vano se le denomina “Venecia Brasileña”, y que posteriormente fuera reconquistada por los portugueses hasta la independencia del país. Es desde una embarcación como mejor se aprecia la relevancia de puentes y canales que unen las tres islas sobre la que se asienta la ciudad: Recife, Santo Domingo y Boa Vista.
El centro histórico conocido como Recife Antiguo es Patrimonio de la Humanidad y alberga diversos edificios entre los que destacan la primera sinagoga de Suramérica abierta por judíos holandeses: “Kahar Zur Israel” o el antiguo observatorio de estilo árabe tunecino denominado “Torre Malekof”. Construido en el s. XIX, es el símbolo de la ciudad y en la actualidad alberga el Museo Interactivo de Ciencias donde numerosas exposiciones artísticas se presentan a lo largo de todo el año. Diversos restaurantes, bares, museos y galerías de arte alojados dentro de grandes casonas coloniales cuidadosamente restauradas, y que entremezclan el estilo holandés y el portugués, hacen del centro y los alrededores de la Plaza del Arsenal una zona más que cautivante. La Plaza de la República evoca la grandeza de tiempos remotos con su imponente Palacio de Gobierno y el Teatro Infanta Isabel, mientras que el atractivo centro comercial del antiguo edificio de la aduana, Paço de Alfandega, espera a los adictos a las compras.
En la parte moderna de la ciudad, una de las playas urbanas más atractivas del mundo, la de “Boa Viagem”, ya está en carnaval. Todos los años los tríos eléctricos y la música se apoderan desde finales de enero de su avenida principal en una especie de pregón anticipado de la Gran Fiesta del verano.
¡Oh, linda situação…!
El crecimiento imparable de Recife ha hecho que Olinda, una de las ciudades coloniales más bellas de Brasil, prácticamente se incorpore al perímetro urbano de Recife a pesar de encontrarse a 20 kilómetros. Esta villa ubicada en un paraje privilegiado debe su nombre al conquistador Duarte Coelho, quien al contemplar el mar en 1535 desde la parte alta de la actual ciudad, exclamara: “Oh, linda situação para fundar una vila…”.
Olinda no solamente reúne un conjunto arquitectónico colonial de inmenso valor, sino que además celebra su propio carnaval, diferente al de Recife y uno de los más simbólicos del país. Las alegorías más representativas de la fiesta olindense son los muñecos gigantes y los pequeños “blocos” o agrupaciones que reviven costumbres propias de la Edad Media europea preservando la tradición más pura de las “farras” pernambucanas y nordestinas. La fascinante amalgama de la cultura portuguesa y africana desfila continuamente por un casco histórico declarado Patrimonio Histórico Artístico de la Humanidad en 1982. Iglesias, conventos, mansiones y arte se agolpan en cada acera dando al carnaval un halo de “magia” que muy pocos lugares consiguen.
Tanto en Recife como en Olinda el carnaval es diferente al resto de Brasil. Es la fiesta del nordeste, de la unión y de la igualdad. Un evento que por su originalidad hace que medio Brasil sueñe con él.
Más información: www.carnavaldorecife.com.br