Tan cerca y lejos. De Portugal conocemos mucho y nada al mismo tiempo. Mucho de ciudades como Lisboa u Oporto, quizá. Nada, casi, de pequeñas poblaciones por las que el tiempo no ha pasado. Un reloj que se detiene en edificios, gastronomía y hasta en la manera de entender las relaciones con los semejantes. Lo han descubierto canadienses, americanos, belgas, franceses y holandeses principales visitantes de esta zona del interior de Portugal; ese país del que ya no nos separa una raya visible y al que, quizá, por su cercanía no hemos prestado suficiente atención.
Texto: Araceli Viqueira
Fotos: Redacción ALTUM
Al distrito de Castelo Branco pertenece Serta. Una localidad que no destacaría por su numerosa población, pero que lo hace por motivos propios y sólidos: un bello puente romano, un lagar, frescas aguas fluviales -que no siempre han evitado que el fuego se le aproxime- y un convento del Siglo XVII convertido en magnífico e impoluto hotel.

Hay mas razones. Su tradicional gastronomía, su esfuerzo cultural, sumado a que está a cortísima distancia de lugares de visita imprescindible como Bathalla, Fátima, varias de las aldeas do Xisto, y a menos de 200km de Lisboa o Porto, Serta es, sin duda, un destino imperdible. Los amantes del turismo histórico y de naturaleza, estarán en el paraíso.
CONVENTO DA SERTA HOTEL
Desde el siglo XVII se elevan en Serta los muros de este convento en el que residió la orden de los frailes menores, unos religiosos que vivían de limosnas y contribuyeron, dando clases de latín primero y creando una escuela después, a la educación de los jóvenes de la zona.

Con la extinción de la orden religiosa, el convento fue secularizado para, durante los siglos XIX y XX, pasar por diferentes propietarios hasta convertirse en 2013 en un hotel de 4 estrellas. La restauración, a cargo exclusivamente de personal portugués, ha logrado que en el hotel se respire un ambiente sosegado.

El carácter del edificio y, en cierta medida, su sobriedad, se mantienen intactos en la adaptación que sus propietarios han hecho al convertir el convento en un hotel moderno y elegante.
Justo en el centro
La región centro de Portugal, a la que pertenece Serta, conserva un importante patrimonio histórico y arquitectónico.

Sus “Aldeas do Xisto”, a cuya reconstrucción con piedras de pizarra colaboraron los propios habitantes, son elogiadas por los amantes del turismo de naturaleza. Esos mismos visitantes que se bañan en las playas fluviales o admiran los grabados rupestres sobre en las cercanías del rio Zezere, valoran la calma que transmiten los gruesos muros del hotel que conserva en su interior los pilares , hornacinas , bóvedas, simbología y grabados originales.

Es un pequeño hotel, con sólo 25 habitaciones, todas con diferentes estilos y todas con un carácter íntimo. Las rejas que mantiene la habitación Romantic ayudan a visualizar la austeridad en la que debieron vivir los frailes en el siglo XVII. El espacio complementario del que ha sido dotada permite ahora a sus ocupantes disfrutar de un área extra en la que leer o tomar un café. Se trata de una de las habitaciones más demandadas y la reserva debe de hacerse directamente a través del hotel.

La hospitalidad es lo único que traspasa los gruesos muros. El visitante es acogido como un familiar al que se le da una bienvenida cálida pero no intrusiva. Esa sensación se repite en cada saludo que el personal acompaña con una franca sonrisa solo comparable a la del visitante cuando éste se sienta a la mesa del desayuno, situada en el atrio, y comprueba que lo que hay dispuesto sobre ella es solo producto de calidad elaborado por ellos mismos.
Es uno de esos hoteles a los que uno promete volver. Y lo haré.
Más información: www.visitportugal.com